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La Santísima Trinidad
Un solo Dios en tres personas: El Padre, El Hijo y El Espíritu Santo.
La Iglesia dedica el siguiente domingo después de Pentecostés a la celebración del día de La Santísima Trinidad.
El misterio de la Santísima Trinidad
Un solo Dios en tres personas distintas, es el misterio central de la Fé y de la vida Cristiana, pues el misterio de Dios en si mismo.
Aunque es un Dogma difícil de entender, fué el primero que entendieron los Apóstoles. Después de la resurrección, comprendieron que Jesús era el Salvador enviado por el Padre. Y cuando experimentaron la acción del Espíritu Santo dentro de sus corazones en Pentecostés, comprendieron que el único Dios era Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Los Católicos creemos que la Trinidad es una. No creemos en tres Dioses, sino en un solo Dios en tres personas distintas. No es que Dios esté dividido en tres, pues cada una de las tres personas es enteramente Dios. Es decir que Padre, Hijo y Espíritu Santo tienen las misma naturaleza, la misma divinidad, la misma eternidad, el mismo poder, la misma perfección; son un solo Dios. Cada una de las personas de la Santísima Trinidad está totalmente contenida en las otras dos, pues hay una comunión perfecta entre ellas.
Símbolos de la Santísima Trinidad
Para explicar este gran misterio, existen ciertos símbolos que son entendibles a nuestra razón:
- Simbolizada como triángulo: cada uno de los vértices es parte de un triángulo y sin embargo cada uno es distinto.
- Simbolizada como vela encendida: la vela simboliza al Padre la cera que se escurre es el Hijo y llama encendida es el Espíritu Santo.
- Simbolizada en forma de trébol: cada una de las hojas es trébol pero son distintas entre si.
¿Qué hacemos al persignarnos? "En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo".
Es costumbre de los Católicos repetir estas palabras al princio y al final de nuestras acciones.
La señal de la Cruz
Cada vez que realizamos la señal de de la cruz, recordamos el misterio de la Santísima Trinidad.
- En el nombre del Padre: señalamos el cerebro tocando nos la frente, que es quien controla nuestro cuerpo, recordando en forma simbólica que Dios es la fuente de nuestra vida.
- Y el Hijo: colocando la mano en el pecho que es donde está el corazón, que simboliza amor. Recordando con ello que por amor a los hombres, Jesucristo se encarnó, murió y resucitó para la liberarnos del pecado y llevarnos a la vida eterna.
Y el Espíritu Santo: colocamos la mano en el hombro izquierdo y luego derecho, recordando que el Espíritu Santo nos ayuda a cargar con el peso de nuestra vida, el que nos ilumina y nos da gracia para vivir de acuerdo con los mandatos de Jesucristo.