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El 8 de mayo de cada año, la Iglesia Católica celebra el Día de Nuestra Señora de Luján, coronada en 1887 por el Papa León XIII.
La devoción a la Virgen de Luján o Nuestra Señora de Luján es una de las más populares del país. También tiene fieles seguidores en países vecinos, ya que en 1930, el Papa Pío XI la declaró patrona de la República Argentina, Uruguay y Paraguay.
Aunque su imagen es muy conocida tanto para los creyentes como para los no creyentes, no todos conocen el origen de esta particular advocación católica de la Virgen María, madre de Jesucristo.
Según cuenta la tradición que en 1630 la imagen de la Virgen, proveniente de Paracaiba (Brasil) era llevada desde Buenos Aires hacia Sumampa, Santiago del Estero, por encargo de un viajero portugués. A orillas del Río Luján la carreta se detuvo inexplicablemente al llegar al paraje denominado «Árbol solo» en la actual provincia de Buenos Aires.
Por eso se dice que ella eligió el sitio de emplazamiento de su iglesia y allí creció una de las ciudades más reconocidas de nuestro país.
Según se registra en el libro De la frontera a la Villa de Luján: el comienzo de la gran Basílica se dio entre 1890 y 1899.
Con el tiempo, aquella pequeña escultura de sólo 38 centímetros dio origen a la creación del espacio que hasta hoy visitan miles de fieles. El primer santuario se inauguró en 1763, y el 8 de mayo de 1887, el Papa León XXIII decidió coronarla como «Nuestra Señora de Luján», dando origen a su festividad anual.
Oración a Nuestra Señora de Luján
«Madrecita de Luján, que acompañas mi caminar; a ti acudo con confianza filial, en Dios pongo mi alegría y mi pesar. Tú que conoces mis alegrías, ayúdame a dar gracias siempre; tú que estás conmigo en mis penas, no te apartes de mí. Tú que eres Madre de todos, enséñame a ser más hermano y prójimo del necesitado. A ti encomiendo mi vida, mi patria y mi familia. Amén».